miércoles, 10 de febrero de 2010

Especulo


Me observaba directamente de frente,

su suave y tersa textura, índigo  azulejo,

reflectaba todo a su antojo desde lo etéreo,

a los ojos, las pupilas, el cerebro. Tan asqueroso,

tan blasfemo, tan puro y efervescente. 

Sin ningún tipo de vergüenza te escupía

a la cara, al cuerpo,  las venas, arterias y esqueleto 

¡Que pena que no de forma y si deforme!, 

es el yugo de los simples, los sencillos,

que no ven mas allá de sui piel de moco 

y su semen corroído, todo tan asqueroso y podrido,

sin melodías,  colores puros: púrpura, verde,

        carmín, celeste o un negro enrojecido.

¿Que gana al no mentir ni de pena?

Siempre encerrando al otro lado a un maldito.

 

La verdad, no se muy bien porque, ¡pero odio a los espejos!  

 


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