lunes, 3 de agosto de 2009

La espera



La espuma del tiempo volvió a tragar su olvido. Ya no distinguía el amor del odio ni las estepas de la realidad de los meses y los días, pues los años ya no eran. Reclino su asiento y conto hasta tres - Uno, dos, tres- pronuncio suavemente.

Entonces hubo una pausa en su respiración y apretó el gatillo sin apretarlo, mordiéndose la lengua y chasqueando los dedos, pero no sucedió nada ya que nada había pasado, volvió a verse en el espejo y no reconocerse. Tomo un vaso de whisky y volvió a contar hasta tres –Uno, dos, tres- cansado y consternado vacilo por un instante.

Pero no se animaba a pesar de que estaba la imagen de el en su cabeza volándose los sesos con solo los zapatos puestos y una nota en la espalda pintada trazo a trazo en su piel joven y transparente.

No sabía qué hacer, desde aquella carta jamás había vuelto a hablar con ella, decidió ignorarla como se ignora un grito desesperado o mejor dicho ¿Cómo se ignora un grito desesperado?

Nunca había podido lidiar con la realidad y saber que la persona a la que le había entregado su alma lo engañaba le carcomía la cabeza y le consumía el espíritu, no paraba de rechinar los dientes y de pensar que debería matarse, debería hacerlo, no quedaba nada en esta vida que lo ate, que puede hacer un tipo de treinta años sin familia ni hijos que dedico su vida al amor para que este lo traicione de la manera más astuta y asquerosa que él jamás habría podido imaginar, además jamás había tomado conciencia de su juventud ya que siempre fue viejo en su interior. Sabía que su suicidio era para hacerla reflexionar a ella, para demostrarle que no se hace añicos un corazón sin ni siquiera una pizca de culpa.

Tomo de nuevo su revólver viejo y lo puso en su sien mientras pensaba como ella lloraría por haberlo engañado y se revolcaba en el piso al darse cuenta que había vuelto loco al único hombre que la había amado de una manera loca como él lo hacía. Pues claro que se había vuelto loco que ser de esta tierra que este acuerdo se suicida desnudo con los zapatos de su casamiento y una nota escrita en la espalda.

Ya estaba hecho no quedaba más que jalar el gatillo y esta vez lo hizo -BANG- Un ruido ensordecedor se escucho seguido por el mas terco silencio

Una mancha enorme de sangre en la pared y su cabeza escupiendo sangre negra por todo el veneno llevaba dentro.

No se oía nada ya en aquella habitación hasta que se despertó sudando y gritando, la enfermera vino corriendo y le dijo – Que pasa hombre volvió a tener esa pesadilla- le dijo la enfermera con un tono poco sorprendido

Él le respondió confundido y mareado-Pesadilla, ¿Qué pesadilla?, ¿Quién es usted? y ¿dónde está mi esposa? ¡Traigan a mi esposa!-

-Señor soy yo su enfermera estoy en el turno de la noche de todos los lunes y su esposa murió hace veinte años, mejor vuelva a tratar de dormir- le replico suavemente y se fue

No entendía nada lo que le decían que era un sueño era más real que esta especie de asilo se levanto de la cama para salir corriendo para descubrir que no podía caminar y se cayó al piso. Sus ojos estaban rojos y sus dientes rechinaban de dolor quería llorar tanto que no podía soltar todas las lagrimas al mismo tiempo, giro mirando al techo sin poderse levantar y vio una caja, la tomo y la abrió en ella estaba el pequeño titulo de un diario y una carta de Amor dirigida hacia él.

El titular decía:

Macabro suicidio por infidelidad

Una mujer se disparo en la cabeza tras descubrir que su esposo la engañaba.

el cuerpo estaba totalmente desnudo salvo por un velo de novia y una mensaje escrito en el pecho.

“Ni siquiera las limosnas de tu alma en pena servirán para reparar mi corazón hecho añicos B.T.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario